Seguramente cuando piensas en “el tercero” en las relaciones de pareja lo primero que te venga a la mente sea un triángulo amoroso formado por ambas partes de la pareja más el amante de alguna de ellas; pero lo cierto es que “ese tercero” no es más que la suma del tiempo compartido entre l@s d@s. Y no, no estoy hablando de la metáfora de la media naranja que más que ser representativa de parejas sanas, sería una representación de parejas totalmente dependientes de la otra parte para poder sostenerse emocionalmente ante cualquier circunstancia vital por insignificante que pueda ser.
Pero… sin dejar todavía el tema de las naranjas, imagina por un momento dos naranjas enteras que caminan juntas y que unen el espacio que hay entre ellas a partir de vivencias que tienen en común, porque tanto la una como la otra, son plenamente conscientes de que son dos seres individuales pero interdependientes. Es decir, cada parte de la pareja sigue manteniendo un espacio vital que es propiamente suyo (sus principios, sus valores, sus hobbies, sus intereses, su red social construida previa y/o además de la red que tiene con su pareja), y por otra parte está la parte de vida que comparten (aficiones, ilusión, amor, proyectos a corto, medio y largo plazo…). En definitiva, los tres que forman toda pareja son:
“TÚ, YO Y NOSOTROS”.
Un tándem de 3 que como todo equipo debe tener bien equilibrado el peso que soporta cada miembro de este para que la relación funcione. ¿Qué quiero decir con esto? Pues imagina una pareja donde la dinámica habitual les ha llevado a desarrollar un “nosotros” tan grande que apenas deja espacio para el “tú” y para el “yo”; en estos casos los momentos compartidos pueden ser realmente buenos, pero si al menos una de las partes siente que no tiene suficiente espacio para sí mism@ dentro de su vida de pareja, puede sentirse agobiad@, desilusionado… y ahí, empezarían a surgir las primeras grietas de una construcción que aún siendo sólida, puede verse en riesgo; más aún si ese sentimiento de insuficiencia es compartido por ambas partes, pero ninguna (o al menos una) ya no sabe desenvolverse sin la otra en lo que a su rutina habitual se refiere.
Pero no siempre es el “nosotros” el que abarca más espacio dentro del área de la pareja, a veces es el “tú” (nuestra pareja) quién tiene tan desarrollada la parte individual que apenas le queda espacio vital a lo largo de la semana para compartirlo con nosotr@s. Este tipo de parejas suelen ser aquellas en la que una de las partes tiene muy poco tiempo para compartir con su pareja porque parece que da prioridad al resto de áreas de su vida (familia, amig@s, trabajo, hobbies…), mientras la otra parte tiende a acomodarse o a esperar que su anhelada pareja encuentre un hueco entre tareas para compartir algo de tiempo juntos.
¿Y si eres tú quién abarcas con tú espacio personal gran parte del área de pareja? Es decir, que seas tú quién de prioridad a otras actividades o personas antes que compartir tiempo y espacio con tú pareja, que sientas que cualquier encuentro (incluso el pasional) puede esperar, o incluso que te de pereza cancelar planes y/o buscar huecos para compartir vivencias con tú pareja… pues siento decirte, que en este caso también hay un desequilibrio en la pareja, y por lo tanto riesgo de que esta salga dañada.
¿Cuál es la solución, entonces? Cómo diría Elizabeth Gilbert (autora del libro “Come. Reza, Ama”) “la clave está en encontrar el equilibrio”, de estos tres que forman vuestra pareja. ¿Qué hace tiempo que ni siquiera sabéis en qué punto estáis cómo para encontrar el equilibrio? Pues quizás es hora de iniciar una terapia de pareja.
